PUNTO DE ENCUENTRO

Un punto de encuentro es, por definición, un lugar de intersección neutral, de confluencia de caminos, que suele representarse con un círculo al que apuntan distintas flechas en una única dirección; es también el espacio al que acudir ante una desavenencia o una evacuación, y que nos pone a salvo. Sin embargo, el punto de encuentro de los relatos que Enrique Eloy de Nicolás aquí nos presenta no es otro que la muerte. Sí, la Muerte, ese gran tema universal, recurrente en literatura, teatro, cine... A priori, para una antología, parece un hilo conductor, cuando menos, inquietante. Y lo es. Muchas veces la hemos visto representada por un esqueleto y una guadaña; un reloj de arena; un genio triste con la antorcha apagada y vuelta del revés... porque la muerte causa tristeza, y miedo, el verdadero gran miedo del ser humano. La muerte es la culminación de la vida, el hecho definitivo, el desenlace anunciado; pero lo realmente interesante que nos plantea de forma magnífica Enrique en este «Punto de encuentro» no es el final en sí mismo donde confluyen necesariamente todos los relatos, sino ese recorrido de los personajes que de forma inducida acudirán a ese punto de encuentro, donde la muerte saldrá a recibirlos.El ingenio de Enrique nos propone un interrogante: si supiéramos dónde nos vamos a encontrar con la muerte, ¿qué haríamos? Puede que la primera respuesta sea «huir», pero ¿y si es inevitable? ¿Negaríamos, rabiaríamos, negociaríamos, nos hundiríamos... hasta llegar a la aceptación? Cada cual, como cada uno de los personajes de estos relatos, se enfrentará de forma distinta a su final, lo interesante es la reflexión de que la muerte es algo indisolublemente ligado a la existencia que se inicia con el nacimiento, y que en nosotros solo está que nuestras huellas nos hagan inmortales, a ser posible, para bien.