Dios también llora

Ésta obra tiene como propósito que el lector pueda encontrarse con Dios, como un hijo con su Padre; como un niño con su Papá que lo ama tiernamente y que jamás lo abandonará: “¿Se olvida una madre de su criatura, no se compadece del hijo de sus entrañas? ¡Pero aunque ella se olvide, yo no te olvidaré!” (Is. 49, 15).
La Palabra nos revela la presencia de un Dios “cada vez más cercano”, que no permanece indiferente ante el sufrimiento humano, y que por Amor a nosotros se entrega para salvarnos.
“Dios también llora” vislumbra la verdadera historia del Amor de Dios hacia su Pueblo, que sólo puede estar contenido en Las Sagradas Escrituras. En consecuencia, el objeto de esta obra es volver a la Fuente de la Vida que nos dice: “Escucha, Israel: el Señor, nuestro Dios, es el único Señor. Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas” (Deut. 6, 4-5).
Dios está vivo y presente a nuestro lado. Nuestra Fe Católica afirma que Él habita en el cielo, en cada hermano y también que ha decidido quedarse para siempre en la Eucaristía, hasta el fin de los tiempos. Debemos descubrirlo, aprender a amarlo y adorarlo.